Fotografía contemporánea por Francisco González Fernández.

Adam Ferguson «Suicide Girls»

El día en el que la imagen fotográfica perdió su capacidad de ser verdad el mundo quedó en manos de la palabra, tal vez el mejor dispositivo que existe para la mentira y la falsedad.

El ser humano está construido a base creeencias y la fotografía fue durante décadas un instrumento fiel con el que hacer sólida cualquier convicción a la que aferrarse, ¿cómo no iba a representar la realidad? ¿cómo no iba a ser un reflejo exacto de lo real? Todo fue en vano y desaparecido ese atributo sólo nos ha quedado fiarnos de lo que nos cuentan, de lo que nos dicen o de lo que nos narran a través de la imagen en movimiento que nos entrega la televisión.

Cruel destino el de la imagen fotográfica al quedar sojuzgada a la interpretación subjetiva de quien la contempla o a la manipulación extrema de quien la controla.

El mundo es un territorio inestable, sometido al vaivén de intereses políticos, económicos o religiosos y nosotros nos hemos convertido en espectadores de una trama que no alcanzamos a comprender del todo y en la que no alcanzamos a discernir si lo que contemplamos y oímos es verdad o mentira.

A pesar de todo, todavía hoy quedan algunas personas, fotógrafas y fotógrafos, cuya misión no es otra que la de hacernos  ver la realidad de manera que podamos apreciarla en toda su plenitud y ello aún a sabiendas de que la palabra ha logrado entorpecer tanto nuestra capacidad de raciocinio que casi solamente nos queda la duda.

Adam Ferguson (1978, New South Wales, Australia) ha sido galardonado con el Primer Premio en la Categoría de Historias de Personas del World Press Photo 2018, por su serie Boko Haram Strapped Suicide Bombs to Them publicada en The New York Times.

Su documento es la imagen y la narración de un tiempo de la vida de algunas niñas secuestradas que lograron zafarse de las garras fanáticas de Boko Haram (el nombre de un grupo terrorista de carácter  fundamentalista islámico activo en Nigeria, Camerún, Chad, Niger y Malí) al conseguir no hacer explotar las bombas adosadas a sus frágiles cuerpos y que debían de hacer estallar en lugares concurridos, tales como colegios, mezquitas o campamentos de militares o policías.

Es probable que estas imágenes y su relato no alcancen a impactar la mente de muchos de nosotros, pero no deja de ser un intento por excitar nuestras conciencias y hacernos reaccionar ante cualquier comportamiento desalmado, sanguinario, cruel o injusto que suponga un atentado contra nuestra condición de seres humanos.

 

Foto portada y fotos: de la serie Suicide Girls de Adam Ferguson