Vivimos consumiendo el tiempo en estar entretenidos en no ser lo que somos y aparentar lo que creemos que los demás piensan acerca de nosotros. Es como si existiéramos fuera de nuestro ser contemplando un avatar de nosotros mismos, de manera que, desafortunadamente, en la sociedad occidental las apariencias tienen más valor que lo real, como si la vida no pudiera constituirse sobre la realidad y lo honesto de cada uno de nosotros.
Convertidos en una fachada, casi huérfanos de libre albedrío y sometidos a políticas e ideologías alienantes, nos vemos impelidos a desarrollarnos a través del culto al consumo y a la aceptación de mentiras y engaños que nos son ofrecidos como verdades absolutas.
Desde los años 70 la veneración por nuestro cuerpo ha ido creciendo esponencialmente desde la absoluta necesidad de someterlo a prácticas físicas y deportivas, hasta la de hacernos consumir freneticamente productos y alimentos que lo cuidan y lo embellecen, y todo ello sin llegar a convencernos de que, nuestros cuerpos, no son más que frágiles contenedores que resguardan a nuestra alma y a nuestras mentes del exterior y de las inclemencias.
La serie Form and Function de Chloe Rosser nos habla de la condición humana y de nuestra creciente alienación por nuestros propios cuerpos, de manera que en sus fotografías lo que debería sernos íntimamente familiar se transforma en una figura abstracta y casi inhumana, en una escultura desconocida.
Foto portada y fotos: de la serie Form and Function de Chloe Rosser