Pertenezco a una generación de nació en la posguerra civil española, que creció con la crisis de los misiles de Cuba, con el asesinato de Kennedy, con el levantamiento del muro de Berlín, con el lanzamiento del Sputnik, con la guerra de Corea, con la de Vietnam y con todas las otras que les prosiguieron hasta hoy.
He convivido con las marchas por los derechos civiles de Martin Luther King, con la Guerra Fría, con el inicio y la continuación eterna del conflicto árabe-israelí, con la llegada del hombre a la Luna y el nacimiento de internet.
He madurado con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, con las revueltas de Tiananmen, con la clonación de la oveja Dolly, los trasplantes del doctor Barnard, la aparición del SIDA y la construcción de la Estación Espacial MIR.
He presenciado el nombramiento de Nelson Mandela como Presidente de Sudáfrica , la muerte de Franco y la denominada e inacabada transición española a la democracia y también he asistido a la tragedia del Challenger y del atentado de las Torres Gemelas y a la catástrofe de Chernóbil y Fukusima.
He coexistido y coexisto con el agujero en la capa de ozono y la desaparición paulatina y progresiva de los hielos en los polos, con la extinción de múltiples especies animales y de los bosques del planeta y con su más que progresivo calentamiento.
Por último, convivo con la muerte de la filosofía y de la ética sustituidas por la promesa irracional de un mañana mejor que oferta la economía y que nos convierte en extraños seres que no saben vivir sin el negocio y el dinero al haber sido cautivados por políticos que como flautistas de Hamelín nos mienten y seducen para hacernos creer que sólo a través de ellos y de su economía será posible el bien común.
Creo en un mañana mejor, creo que nuestros hijos e hijas habrán de enfrentarse y convivir con los hitos del siglo que les ha tocado vivir y que aún están por venir y estoy convencido que sabrán conseguir definitivamente ese bien común que todos anhelamos.
Es cierto que existe demasiado dolor en el mundo como para saltar de alegría pero congratulémonos con la esperanza de que serán nuestros hijos e hijas quienes sabrán forjar un mejor futuro para todos.
Foto: Teide Nevado de Siggy Simon Jr