El arte no evoluciona de un modo autónomo sino que se inscribe en un momento, en una realidad histórica más amplia, dentro de cuyo marco se comprenderá racional y dialícticamente. (Simón Marchán Fiz)
Antes de desarrollar la cuestión que se propone, conviene enunciar algunas consideraciones previas. La primera de ellas se refiere a que aludiendo a la fotografía española de creación (término que excluye todas las otras prácticas fotográficas que no tienen una finalidad creativa o artística) debemos necesariamente tener en cuenta los múltiples procesos en los que se ha visto inmerso el medio en el desarrollo de la propia sociedad española, la cual -a su vez- ha estado influenciada por la evolución de aquellas otras sociedades con las que ha compartido y comparte un acontecer histórico y un destino común. Desde este punto de vista, que no oculta una influencia sociológica en la fotografía, resulta complejo hablar de una fotografía española, al igual que de una francesa o norteamericana por poner el caso, y por ello parece más idóneo afirmar que la fotografía contemporánea, ya sea la española u otra cualquiera, se caracterizará por un conjunto de estrategias discursivas artísticas nacidas en un tiempo y en una sociedad determinadas, entendiendo por discurso -en un sentido amplio- un espacio abierto a la comunicación de intenciones y/o información.
La segunda consideración nos conduce a decir que reflexionar sobre la fotografía contemporánea en España, supone -en cualquier caso- un acercamiento personal y subjetivo al tema que se hace a modo de acto de lectura . Un acto de lectura, abierto a una pluralidad interpretativa que elude cualquier planteamiento dogmático o jerarquizado y que no se inspira en una clasificación toponímica de autores, de manera que en esta proposición resultará prioritaria la noción de discurso artístico reconociendo de antemano la existencia de una pluralidad de ellos cuyos planteamientos serán contradictorios al igual que distintos o distantes.
La tercera y última cuestión previa que conviene explicar, nos lleva a tener que convenir lo que se puede entender por “contemporáneo”, término que es utilizado en una pluralidad de asignaciones y que bien puede referirse tanto a lo inmediato actual como a un período más o menos extenso. Desde esta advertencia y siguiendo las pautas expuestas, la referencia a la fotografía contemporánea en España, pretende aludir al período constituido por la década de los años 90 del reciente siglo pasado y a los primeros del actual, partiendo de las influencias que en él mismo se gestaron en los años 70 y 80.
Situado el contexto temporal, debemos tener en cuenta -además- la influencia que sobre la fotografía ejercieron los factores políticos, económicos, sociales y culturales particulares de España, impuestos por las circunstancias dadas, de que en pleno final del siglo XX una nación entera realizase un esfuerzo supremo por asimilarse al conjunto de las naciones democráticas del resto del mundo, dejando atrás un pasado largo y extenso de oscurantismo y dictadura. La fotografía contemporánea española es hija de la fotografía nacida en la década de los años 70, período que coincide con el momento en el que empieza el declive del franquismo y el establecimiento de un sistema constitucional y democrático, pero – también – habrá que reconocer, que a pesar de la influencia que supone un proceso tan complejo como el reseñado, la fotografía de los años 70 que se hace en España, no nace de un grado cero, ni como posición firme de todos los autores unidos en un frente de oposición a la dictadura. El peso ideológico y político de la fotografía española de los años 70 y 80 -en el sentido expuesto- es poco y muy relativo, pues, se inspira más en un afán de evolución y sustitución de los discursos formales y conceptuales anteriores, que en el enfrentamiento ideológico al sistema político.
Han sido muchos los debates y las reflexiones que la etapa de los años 70 ha suscitado en nuestro país, pero creo que a pesar de la riqueza crítica e historicista de todos ellos, les ha faltado entrar en la discusión de algo que, a mi modo de ver, es una pauta indisoluble de ese período y que se constituye y caracteriza por la atención que desde amplios sectores de la sociedad española, aún persistiendo la dictadura, se sigue a la evolución de los acontecimientos y de la cultura internacional. Esta atención y este estar al día , hicieron posible que, después, en pleno proceso de normalización democrática, se desarrollaran intentos casi frenéticos de actualización social y cultural en distintos ámbitos. Para la fotografía en España algunos de estos esfuerzos resultaron esenciales aún cuando muchas de las aspiraciones previstas no llegaran a culminarse, y así es necesario remarcar como trascendentales:
– la producción artística y fotográfica de los propios fotógrafos
– la incorporación al sistema educativo medio y superior de la fotografía (a pesar de sus carencias)
– el esfuerzo de normalización e institucionalización promovido por algunos agentes individuales y sociales, tanto públicos como privados.
No se trataba sólo de superar una dinámica interior envejecida e inoperante para la sociedad española, de modernizar la vida social e institucional, sino que – en buena medida – se trataba, además, de construir una nueva sociedad a imagen y semejanza de las que veíamos en el exterior . Es esta influencia exterior la que, en mi modesta opinión, no ha sido suficientemente valorada, esa especie de espíritu renovador que anidaba en toda la sociedad española, un anhelo extendido de ruptura con el pasado y que en el terreno de la creación artística, pretendía impulsar los cambios en las estrategias discursivas. Y creo que es necesario introducirnos en esta cuestión, porque si bien España se enfrentaba desde dentro a su normalización institucional y democrática, su mirada exterior se hacía sobre un contexto en el que el resto de los países del mundo occidental estaban envueltos en el trascendental paso de sus sociedades industriales a nuevos modelos postindustriales, del cambio de una cultura moderna a otra postmoderna.
El anhelo de evolución que se daba en nuestro país en los años 70 y 80 era una necesidad que – también – se alimentaba y nutría de la búsqueda de soluciones a los cambios que se estaban produciendo en el mundo exterior a ella, los cuales rebasaban las fronteras nacionales y afectaban a los valores de las sociedades, las naciones y las culturas occidentales. España, no siendo actora, asistía como espectadora a todo aquello desde una posición de recién llegada que no estaba comprometida ni contaminada más allá de la que heredaba de sí misma y de la que le permitía la contemplación, durante largo tiempo, de un mundo al que aspiraba a entrar. A mi modo de ver, en esta especial circunstancia histórica es en donde radica la riqueza y la pluralidad de los discursos artísticos realizados en España en las décadas que van desde los años 70 hasta nuestros días, en la posibilidad excepcional de armonizar su historia y reconstruirse como sociedad en pleno final del siglo XX. La sociedad española va a acometer esta tarea vinculándose a lo mejor de una pluralidad de modelos y formas exteriores, lo que le va a otorgar una génesis plural, rica y diversa que hará mestizaje con todas sus tradiciones afectando todo ello, de manera decisiva, a todos los órdenes de la vida individual y colectiva de nuestro país. En cuanto discurso creativo, la fotografía se vería inmersa en todo ese proceso de reubicación y nacimiento para proceder, al igual que otras disciplinas artísticas, a llevarlo a cabo casi sin mirar a su pasado.