Hay noticias que pasan desapercibidas o a las que no le damos la importancia que merecen y ello a pesar de tener una trascendencia inusual y casi revolucionaria.
VIP Art Fair (Viewing In Private – International Contemporary Art Fair Exclusively Online) ha sido anunciada, entre el 22 y 30 de Enero 2011, como la primera feria de arte por internet.
Según sus fundadores, un grupo de galerías de arte repartidas por todo el mundo y entre las que destacan la White Cube de Londres, la Gagosian Gallery de New York o a Hauser & Wirth de Zürich, se podrá acceder a ver las obras a escala relativa al cuerpo humano, a las biografías de los artistas, a sus catálogos y hacer recorridos virtuales por la feria pudiendo examinar, incluso al detalle, la textura de las obras mismas, siendo además posible mantener conversaciones con los marchantes y galeristas a través de herramientas de imagen y audio típicas de internet.
Desde luego la noticia resulta atractiva e impactante pero me ha parecido que, además, supone un nuevo paso en el desarrollo del estatuto contemporáneo de la imagen y por ende de la propia fotografía pues, no en vano, las repercusiones de este acontecimiento incitan a plantear algunas reflexiones sobre ello.
Perece evidente que buena parte de esta feria virtual de arte se fundará en la imagen fotográfica, de manera que siendo así no cabe otro remedio que replantear, de nuevo, algunas cuestiones sobre el estatuto de veracidad de lo fotográfico.
Si hasta bien entrado el siglo XX la fotografía gozó de dicho estatuto, en tanto representación objetiva de la realidad, no es menos cierto que la teoría y la praxis de finales de ese siglo denostaron esa cualidad hasta entonces atribuida al medio fotográfico, desposeyendo definitivamente a la fotografía de ese atributo, de manera que verdad y fotografía dejaron de constituir un todo único (entre nosotros no cabe sino recordar, nuevamente, la obra y teoría de Joan Fontcuberta como demoledora de tal principio constitutivo).
Sin embargo, y como en un bucle sin fin de la historia, VIP Art Fair nos propone asomarnos no sólo a la contemplación referencial de la obra de arte sino incluso el llegar hasta una fruición que nos permita acceder a su compra. Con ello, lo real y lo virtual se fundirán en un nuevo episodio histórico que, acaso, permita proclamar que desde ahora la obra es la pantalla o, si se quiere, que imagen y obra son la misma cosa. De nuevo lo fotográfico es lo real.
Pero no solamente parece interesante esta confusión entre realidad y representación, sino que si -hasta hoy- el acceso a la obra de arte se inspiraba en una relación directa y táctil, a partir de estos momentos esa relación se vuelve ficcional y virtual, algo parecido a la polémica existente entre libro y tableta digital.
Tampoco parece banal la cuestión relativa al aspecto comercial y económico que esta feria de arte aporta, pues si hasta nuestros días el acceso a la compra de arte a través de internet resultaba muy minoritario, la apuesta de VIP Art Fair viene a dar un impulso extraordinario a tal posibilidad pues se orienta -como toda feria- a facilitar las transacciones comerciales por medio de la compra-venta de obras de arte, haciéndolo con toda la batería de recursos que permite internet: imagen, video, audio, chat y todo ello en contacto remoto, virtual y en tiempo real.
Cierto es que el hecho comercial se sustenta en la seriedad y profesionalidad de las galerías fundadoras y de aquellas otras que participan en el evento, pero ese es un aspecto que no importa en el contexto de las reflexiones que se plantean y que no es otro que dilucidar el papel de la imagen y lo fotográfico en internet y en este sentido VIP Art Fair viene a demostrar que imagen y fotografía avanzan nuevos pasos en la conquista de aquellos territorios en los que la libertad y la cultura garantizan el desarrollo de la sociedad.
Foto: De la serie Bruxelles-Europe, Philippe Herbet