“El aparato fotográfico es para mi un cuaderno de croquis, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, el maestro del instante que, en términos visuales, cuestiona y decide al mismo tiempo. Para significar el mundo, es preciso sentirse implicado con lo que se recorta a través del visor. Esta actitud exige concentración, sensibilidad, un sentido de la geometría. Es a través de una economía de medios y sobre todo el olvido de uno mismo como se llega a la simplicidad de la expresión”
El pasado 3 de agosto moría Henri Cartier-Bresson a la edad de 95 años. Considerado por muchos como el “fotógrafo más grande de los tiempos modernos”, tal y como decía su íntimo amigo André Pierre de Mandiargues, HCB será recordado como un demiurgo capaz de inventar el mundo a través de la captura de un instante de la vida para preservarla en imágenes prises à la sauvette , sabedor de que prolongaba, en su siglo, la tarea sin fin del artista por robar al tiempo y al espacio el más mínimo hálito de vida en su lucha por sobrevivir a la tormenta de la existencia. Retratista de Matisse, Bonard, Braque y Miró, cómplice de Giacometti, asistente de Renoir, compañero de Breton y los surrealistas, sería capaz, como nadie, de arrancar un instante de inmortalidad de la vida misma.
Con él desaparece un hombre que encarnaría, durante un largo transcurso de la historia del medio, una de las esencias de la fotografía y que para toda una generación de fotógrafos vino a significar el auténtico espíritu de la misma al ser el padre espiritual del instante decisivo.
Nacido el 22 de agosto de 1908 en Chanteloup en el seno de una familia muy burguesa nunca le faltó de nada, adquiriendo desde pequeño un trazo esencial de su carácter, la cólera, que heredaría de su abuelo. Tímido e impulsivo ni fue un buen estudiante ni quiso trabajar en las empresas familiares de manera que, confundidos sus padres, lo encomendaron a su tío Louis, pintor muerto después en el frente en 1915.: “la pintura es mi obsesión desde los tiempos en que mi padre mítico, el hermano de mi padre, me llevara a su taller en donde vivía en una auténtica atmósfera de pintura”… En 1927 frecuentará el taller de André Lhote en Montparnasse: “El me enseñó a leer y escribir. Es decir, a fotografiar”
Introducido en los círculos artísticos conocería al todo París de la época, Gertrude Stern, Marie-Louise Bousquet, Max Jácob y a los surrealistas de la plaza Blanche, especialmente a René Crevel y André Breton. A través de su amistad con los Crosby, millonarios americanos, conoce a Julián Levy, marchante de arte en Nueva York, quien sería su valedor en los Estados Unidos. Con veintiún años se marcha a conocer África, de donde un año más tarde regresa aquejado de una penosa enfermedad.
De vuelta a París y una vez reestablecido, al joven HCB le ocurrirán dos circunstancias influyentes y decisivas para su futuro. La primera de ellas será descubrir una fotografía del húngaro Martín Munckacsi (tres jóvenes congoleños corriendo hacia el lago Tanganyka) que considerará símbolo de una libertad instintiva y que guardará junto a sí durante mucho tiempo. La segunda ocurrirá en 1932 en un viaje a Marsella en donde comprará su primera cámara Leica sin la cual, él repetirá muchas veces, no habría sido nunca fotógrafo: “ella es la prolongación de mi ojo”
En el visor de su cámara y a lo largo de los primeros años 30 el debutante HCB realizará magníficas y míticas obras, el hombre que corre y se ve reflejado en los charcos de agua de la calle (París), el niño ciego (Valencia), las prostitutas y sus acrobacias (Alicante): “yo no dejaba nunca mi cámara, siempre en mi mano, mi mirada deambulaba por la vida, permanentemente”… En esos años viajará a México (1934) donde expondrá y conocerá a quien sería su amigo para siempre Manuel Álvarez Bravo, Nueva York (1935) en donde de la mano de Nykino aprenderá otro medio: el cine y a través del cual conocerá a Paul Strand, Jean Renoir, Jacques Becker y Luchino Visconti.
En 1937 contraerá matrimonio con una bailarina javanesa, Ratna Mohini, y debutará con una colaboración en Ce Soir diario comunista editado por Louis Aragon. La llegada de la guerra convierte en combatiente al fotógrafo que será hecho prisionero de los alemanes y deportado al norte de Alemania. En 1943 y a la tercera tentativa logrará fugarse del campo en el que había sido internado y se unirá a la Resistencia. Con el fin de la guerra y traumatizado por ella, buscará refugio y logrará volver a la vida por medio de la pintura y sobre todo de los pintores.
En 1946 vuelve a los Estados Unidos en donde ya es conocido y considerado un maestro de la fotografía. Después de un año de reportajes en ese país para completar su exposición “postuma” (se le creía desaparecido en la guerra) expondrá 300 fotografías en el MOMA.
Estando en Nueva York (mayo de 1947), y en un ya más que conocido almuerzo en el restaurante del MOMA, tendrá lugar el acontecimiento del nacimiento de la Agencia Mágnum, aunque su origen deberá buscarse en los años 30 y en las primeras complicidades y conversaciones tenidas en Montparnasse entre HCB, David Chim Seymour, André Friedmann Cappa y George Rodger. Creada bajo la forma de cooperativa la agencia se convertirá en la inventora del derecho de autor en fotografía y se regirá por una estricta ética dirigida a la libre elección del tema, exploración en profundidad del mismo sobre el propio terreno y ausencia de textos que perturben la lectura de la imagen, apenas una leyenda informativa a pie de foto.
HCB pasará largos años colaborando en revistas como Paris Match, Life, Harpers Bazaar y asistiendo a la edición de sus libros Images à la sauvette, Les danses à Bali, Les Européens, Photographies. Serán los años de los viajes. De nuevo México, Rusia, China, años de una producción artística poderosa y mágica.
HCB dejaría Mágnum en 1966 en desacuerdo con lo que consideraba un excesivo espíritu de marketing. Un año después se divorciará de Ratna para poco después volver a contraer matrimonio con Martine Frack, quien será su compañera hasta el final de sus días. Los siguientes años son una carrusel de nuevas publicaciones, exposiciones y homenajes continuos aunque a partir de 1974 dedicará el mayor tiempo que puede a pintar: “la foto es una acción inmediata, el dibujo una meditación”
Diez años antes de su muerte HCB había dejado de hacer fotografías… “Martine mira esas antigüedades. Yo no me intereso mucho, prefiero contemplar la vida, los árboles, un rayo de luz sobre el agua del lago, un pato… ¿No está mal eh?… Alberto (Giacometti) decía siempre que hay que encontrar el punto, cada día, para saber dónde está el trabajo… Bueno, yo estoy en ello”
Con su muerte se nos marcha uno de los grandes maestros, el hombre amante de la pintura e inventor de la fotografía moderna, aquel que supo -como ningún otro- armonizar el tiempo y el espacio y dejarlo reflejado en un breve instante del acontecer cotidiano de nuestra vida.
Citas extraidas de L’art sans art d’Henri Cartier-Bresson de Jean-Pierre Montier, Premières Photos de Peter Galassi, L’Imaginaire d’après nature de Henri Cartier-Bresson, HCB de Jean Clair y Henri Cartier-Bresson à la sauvette de Brigitte Ollier.
La cámara es la prolongación de mi ojo.
La foto es una acción inmediata, el dibujo una meditación.
Yo no dejaba nunca mi cámara, siempre en mi mano.