En los últimos días se ha suscitado una cierta polémica a causa de una fotografía publicada por EL PAÍS que ha llegado a hacer intervenir a la propia Defensora del Lector del diario. La fotografía mostraba a una mujer desnuda tendida en el suelo y que supuestamente agonizaba en una calle de Haití en medio de la indiferencia general.
Han sido bastantes los lectores que han mostrado su protesta o bien por la desnudez, o bien por la indignidad que -para ellos- representaba para esa persona ser mostrada en esas condiciones. Otras han apelado a la falta de moralidad del fotógrafo preguntándole, en nombre de esa mujer, sobre su derecho a aprovecharse de su dolor. Y por último me ha parecido especialmente inquietante la intervención de una lectora del periódico que decía: «yo entiendo que debamos estar informados, pero ¿es preciso que las fotos de las portadas sean tan fuertes e impactantes?
Ante todo ello, no he podido evitar el pensar que en la historia de la fotografía se ocultan episodios importantes e interesantísimos que tienen que ver con todo esto, en especial el que supuso el fin de la fotografía humanista como corriente de estilo y forma a mediados del siglo XX y como modo de hacer fotografía y de expresar los contenidos del mundo, siendo el momento cumbre de dicha corriente la exposición y libro The Family of Man (1955), una exposición que dio la vuelta al mundo, que fue visitada por millones de personas, que vio reiteradas ediciones de su libro y que fue calificada como el cenit del latido humano de la fotografía.
Y han sido algunos episodios del fin de esa corriente los que me han venido a la memoria con ocasión de esta polémica, específicamente he recordado a Roland Barthes que fue quien se encargó de poner en evidencia las contradicciones de aquella exposición como representación sin par de las bellezas del ser humano mediante imágenes de personas, culturas y pueblos unidos en una indiscutible comunión de bondad.
No puedo olvidar sus palabras cuando ante las imágenes de The Family of Man dijo: «El fracaso de la fotografía me parece aquí flagrante. Reproducir la muerte o el nacimiento no enseña, a decir verdad, nada. Sólo eterniza los gestos del hombre para desactivarlos mejor. La realidad se halla en la situación histórica de una madre bantú o esquimal determinadas, en las injusticias que se ceban sobre ellas, en los progresos que podrían hacer, no en la exaltación de una maternidad general y abstracta».
Para mi lo importante de fotografía de EL PAÍS no es que pueda herir sensibilidad alguna, sino el que ponga de manifiesto y en evidencia el lado oscuro del ser humano. Por eso, la imagen de esa mujer en el suelo lo que me provoca es un auténtico desgarrón en mi condición de ser humano, una condición que permite que cosas como esta sucedan ante el desinterés de las personas, de los gobiernos y de las naciones, es esto lo que realmente es fuerte e impactante, no la fotografía de esa mujer.
La fotografía no es cínica e hipócrita, lo es el ser humano.
Foto: AFP 18/11/2010, EL PAÍS