Fotografía contemporánea por Francisco González Fernández.

Humberto Rivas

Se murió un viejo amigo, una bella persona y un maestro de la fotografía.

Conocí a Humberto hace más de veinte años. Hubo una época en la que a pesar de la distancia física que nos separaba, estábamos en contacto y nos encontrábamos varias veces al año. Tuve la suerte de mostrar su obra en diferentes exposiciones: Humberto Rivas, Bienal de Tenerife 1991, Paysages de l’apparence, Reims 1994, La Poesía de los sentidos, Tenerife 1995, Metáforas de lo invisible, Puerto de la Cruz 1997, entre otros tantos proyectos colectivos y talleres de fotografía.

Siempre recordaré la primera vez que, como un desconocido que requería su aprobación para exponer su obra, me recibió en su taller de Barcelona atendiéndome como si de un viejo amigo se tratara. Apasionado del arte y del cine, Humberto disfrutaba cualquier ocasión que se le brindara para poder departir sobre la fotografía y la vida, lo que en él eran consustanciales. Humberto era gentil en los gestos, amable con los extraños, desprendido con los amigos y un mirón empedernido del mundo.

Hace unos años cuando,de nuevo, me reencontré con él, no fue capaz de reconocerme, su enfermedad le impedían recordar y relacionar, pero aún mantenía en el brillo de su mirada su espíritu indagador y curioso. Me apené sobremanera en el aquel encuentro y decidí recordarlo, para siempre, como hoy lo hago, parapetado detrás de sus gafas y de su pipa de fumar, escudriñando a la persona que llegaba a llamar su atención, como si tratara de descubrir los posibles misterios ocultos en su interior.

Siempre le recordaré así.

Enlaces:

Lecciones de humanidad
«Con los ojos cerrados nadie finge»
Humberto Rivas: el fotógrafo del silencio