La historia de la fotografía no solamente está constituida por un gran universo de imágenes, sino también por un conjunto enorme de escritos y textos que acreditan múltiples formas de acceder a su infinito mundo.
Decir que la fotografía es la escritura de la luz no es más que que una frase acuñada en el tiempo a modo de estereotipo y que revela poco de las extraordinarias cualidades inherentes a ella por cuanto que, en tanto escritura, también deberíamos hablar de su valor narrativo, poético e incluso semántico.
Si el cosmos se constituye a través de la dualidad de fuerzas fundamentales y opuestas existentes en él mismo, deberíamos aceptar que la fotografía además de ser la escritura de la luz es, así mismo, la escritura de la sombras, por lo que la luz y la oscuridad serían los elementos esenciales de la existencia de la fotografía.
La serie Invisible Cities de la fotógrafa suiza Irene Kung expresa de manera categórica y contundente esa dualidad de la que escribo.
En su obra fotográfica, monumentos y edificios emblemáticos, fácilmente reconocibles en la cultura visual internacional, adquieren un valor onírico trascendente, una apariencia fantasmagórica y enrarecida que hace que no solamente se erijan en la representación icónica de la humanidad, sino que se eleven como un espacio de reflexión para la contemplación, para las emociones y los sentimientos.
Un lugar en el que la fotografía nos habla desde el silencio.
Foto Portada y Fotos: de la serie Invisible Cities de Irene Kung
- Empire State Building, New York City
- Portico d’Ottavia, Rome
- Dome, Rome
- Mohamed Ali, Cairo
- St. Peter’s Basilica, Rome
- Temple of Heaven, Beijing
- Flatiron Building, New York City
- Whitney Museum, New York City
- Church Le Corbusier, Firminy
- Cloister of Bramante, Rome
- Cesar Pelli, Milan
- Westminster Abbey, London
- Pantheon, Rome
- Taj Mahal, Agra
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