Desde que la humanidad contempló por primera vez la naturaleza como un paisaje no hemos podido abandonar nuestra inclinación por disfrutar de las estructuras armónicas y estéticamente majestuosas, aunque, y sin embargo, nunca he podido entender de qué manera somos capaces de admirar la belleza que se nos revela exteriormente a nosotros y cómo somos incapaces de amar la belleza intrínseca que anida en cada ser humano.
Siempre hemos sido proclives a maravillarnos con la estética del paisaje (ya sea natural o artificial) y poco dados a extasiarnos con los seres con los que convivimos y que de uno u otro modo forman parte de nuestra existencia.
Hay personas que son capaces de recordarnos que tras la belleza externa siempre existen seres humanos perfectamente aptos para generarla y completamente capaces de contribuir a que nos fascinemos los unos con los otros y, en este sentido, la obra que hoy les presento es un ejemplo de esto que les estoy comentando.
Kris Provoost es un arquitecto y fotógrafo belga que lleva años estudiando y fotografiando la arquitectura contemporánea de China y en sus imágenes nos muestra un mundo contradictoriamente minimalista a la vez que grandioso de formas y estructuras que nos transportan de nuevo, tal vez, a aquel primer instante en el que un ser humano admiró, por primera vez, la naturaleza como un paisaje.
Foto portada y fotos: de la serie Beautified China de Kris Provoost.