Es muy probable que existan tantas realidades como visiones del mundo tienen los seres humanos. Cada uno de nosotros interpela la realidad desde la perspectiva de nuestros propios filtros conformados por nuestra educación, nuestra cultura, nuestras creencias y las experiencias que a lo largo de nuestras vidas hemos tenido.
En los últimos tiempos hemos de añadir a ese conjunto de factores, que acabo de expresar, el de la influencia y/o alienación que nos imponen los actuales medios de comunicación y las redes sociales, que configuran realidades paralelas que tratan de constituirse e imponerse a nuestras propias percepciones del mundo.
Antes, el arte en su irrealidad otorgaba significado a lo real, pero en la situación actual hemos sustituido la realidad por un universo de significados en el que el arte, convertido en un significado más, se encuentra a la deriva de su propia significación.
Hace décadas que creo que la fotografía mutó de una concepción de representación de lo real (tanto en su naturaleza física como ficcional) hasta lo que he considerado como un medio de producción de lo real, de manera que esa pérdida de integridad de sus atributos históricos la emplazó a ubicarse en el territorio inestable, mutable y pluridimensional del modelo cultural vigente.
Cuando nos enfrentamos a la visión de las imágenes fotográficas de Mabry Campbell accedemos a una dimensión de la realidad en la que podemos tener la sensación de contemplar unas construcciones y edificios que nos son familiares y que se nos presentan de una forma excéntrica e inusual, pero en la que, apenas que nos esforcemos en mirar un poco más, podremos advertir la existencia de un mundo diferente al que la cotidianidad de su visión nos propone.
Sus fotografías apelan a nuestras emociones y no son un mero juego de representación de las formas arquitectónicas, son metáforas de lo desconocido, alegorías de lo escondido, lo ignorado y lo oculto. En ellas las formas incongruentes chocan para luego mezclarse a la perfección; los detalles se abstraen para constituirse en formas más grandes, y la luz, la sombra y la duración de la toma hacen que los edificios y los paisajes por los que pasamos cada día sean distintos, diferentes, notables y fantásticos.
“Siempre me ha gustado la fotografía que no se parece a la vida real. Como no vemos en blanco y negro, para mi es una forma de alejar las cosas de la realidad. Intento ir un paso más allá de la realidad”.- Mabry Campbell.
Foto portada y fotos: de las series Molten y Angles of Light de Mabry Campbell.
Website: www.mabrycampbell.com Instagram: @mabrycampbell Twitter: @MabryCampbell
It is very likely that there are as many realities as there are visions of the world that human beings have. Each of us interpellates reality from the perspective of our own filters shaped by our education, our culture, our beliefs and the experiences we have had throughout our lives.
In recent times we have to add to this set of factors, which I have just mentioned, that of the influence and/or alienation imposed on us by the current media and social networks, which configure parallel realities that try to constitute themselves and impose themselves on our own perceptions of the world.
In the past, art in its unreality gave meaning to the real, but in the current situation we have replaced reality with a universe of meanings in which art, having become just another meaning, is adrift from its own significance.
Decades ago I believe that photography mutated from a conception of representation of the real (both in its physical and fictional nature) to what I have considered as a means of production of the real, so that this loss of integrity of its historical attributes placed it in the unstable, mutable and multidimensional territory of the current cultural model.
When we are confronted with the vision of Mabry Campbell’s photographic images, we enter a dimension of reality in which we may have the sensation of contemplating constructions and buildings that are familiar to us and which are presented to us in an eccentric and unusual way, but in which, as soon as we make the effort to look a little harder, we can see the existence of a world different from the one that the everydayness of his vision proposes to us.
His photographs appeal to our emotions and are not merely a game of representation of architectural forms, they are metaphors of the unknown, allegories of the hidden, the ignored and the concealed. In them incongruous forms collide and then blend seamlessly; details are abstracted to become larger forms, and the light, shadow and duration of the shot make the buildings and landscapes we pass by every day distinct, different, remarkable and fantastic.
«I’ve always liked photography that doesn’t resemble real life. Since we don’t see in black and white, for me it’s just one to remove things from reality. I try to go one step away from reality» – Mabry Campbell.
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