Como antes fuera la religión (y aún es para algunos pueblos) hoy en día creemos que la ciencia es el primer medio de dar sentido al mundo y a nosotros, considerando además que ella es la única capaz de aportarnos verdades objetivas.
Pretendemos entender al universo como un conjunto de reglas, principios, sistemas, categorías, ecuaciones y tecnologías que son indefectibles.
También aceptamos que la naturaleza constituye un sistema basado en principios y reglas infalibles e inmutables, con el que siempre nos hemos sentido biológica e íntimamente conectados y por ello nos hemos sumergido en ella, no sólo, para disfrutarla en tanto paisaje, sino además para descifrar, utilizar y explotar su esencia, sin entender que, a pesar de tener sus propios patrones, en ella no hay reglas ni principios sino un enorme universo de caos.
Suponer que la ciencia y la tecnología nos ayudarán a domesticar ese caos y ese desorden es olvidar que la ciencia no demuestra nada, pues sencillamente se limita a refutar ideas y teorías que se suceden una tras otra.
Mark Dorf (Laconia, New Hampshire, 1988) tiene un cuerpo de obra artística extraordinario y desde hace años trata de mostrarnos la paradoja que supone someter el paisaje y nuestro entorno a la tecnología y reducirlos a un conjunto de datos científicos.
Las imágenes de Dorf (Transposition, Emergence, //_Path…) intentan hacernos ver la contradicción expuesta y tratan de demostrar la falsedad de creer que solamente a través de la ciencia y la tecnología estamos en condiciones de entender al mundo y a nosotros mismos.
Foto portada y fotos: de la serie //_PATH de Mark Dorf