Siempre se ha dicho que la vida es como una noria que da vueltas, una y otra vez, de manera que aquello que ha acontecido vuelve siempre a suceder. Durante los dos primeros tercios del siglo XX la fotografía documental y el fotoperiodismo llegaron a adquirir tal protagonismo que no existía otra forma de conocer los acontecimientos del mundo sino a través de la fotografía.
Perdido ese protagonismo con la aparición de la televisión, del vídeo y después con Internet, el fotoperiodismo atemperó su pujanza, casi hasta desaparecer, hasta que desde hace algunos años, la magnífica labor de algunos fotógrafos y el valor otorgado por la sociedad a sus arriesgadas narrativas personales realizadas de forma directa y transmitidas de manera inmediata gracias a las tecnologías digitales, han hecho que de nuevo renazca su presencia hasta el punto de relanzarse como poderosa forma de comunicar, narrar y contar la historia de la humanidad.
La serie de The Ship-Breakers del fotógrafo Mike Hettwer nos habla de las grandes diferencias que existen en el mundo laboral a lo largo y ancho del mundo y se refiere particularmente a hombres maduros y, sobre todo, jóvenes (la edad legal es de 14 años y sus cuerpos más pequeños son apreciados por llegar a todos los rincones de un barco) que arriesgan sus vidas en Bangladesh trabajando en el desguace de viejos barcos cargueros y petroleros.
Bregando en condiciones inhumanas, por un mísero sueldo, en medio de un barro contaminado por los metales pesados y los detritos tóxicos, bajo un intenso frío nocturno, sujetos al riesgo de los quemadores de acetileno o de los desprendimientos accidentales, jornada tras jornada durante meses (de 3 a 6 meses se tarda en desguazar un buque) malviven para dejar a las compañías, que les contratan, unos buenos beneficios por la reutilización del acero.
Foto portada y fotos: de la serie The Ship-Breakers de Mike Hettwer
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