Al igual que la pintura se acercó desde sus orígenes al desnudo, podría decirse que la fotografía cohabitó con él, desde sus comienzos, casi de forma consustancial e ineludible, aunque bien es cierto que en el tránsito hasta nuestros días, la cultura se ha encargado de distinguir diferentes usos y definiciones, según la fotografía de desnudo se deslizara entre lo sensual y lo sexual, y ello -como es lógico- según los diferentes principios y valores que se han dado a lo largo de la historia y de cada sociedad.
Mona Kuhn (1969, Brasil) realiza hermosas fotografías de personas a las que retrata desnudas, pues entiende que el cuerpo no es más que la residencia en la que habitan los seres humanos, y todo ello lo hace a través de la intimidad, el conocimiento de la iconografía clásica y del uso de la luz de los amaneceres y atardeceres, presentándonos un magnífico retrato de la fragilidad y la complejidad de la naturaleza humana.
Durante quince años ha pasado sus veranos en una pequeña localidad de Francia y en una casa a la que gusta llamar «su taller», donde pasa su tiempo de descanso y hace fotografías de sus amigos y conocidos.
Así nació la serie Bordeaux que hoy les presento, en la que -como ella misma dice- no encontraremos más que la mirada confiada de unos seres humanos que no parecen sentirse desnudos ante la cámara y en las que se aprecia que sus emociones y sentimientos se han quedado en calma.
Foto portada y fotos: de la serie Bordeaux de Mona Kuhn