El calendario nos trae de manera inexorable las etapas en las que nos hemos dado un tiempo para cada cosa. Pensar en el invierno es traernos a la memoria la Navidad. Pensar en el verano es asumir el momento de las vacaciones, aunque claro está que todo ello es recurrente más en un hemisferio de la tierra que en otro.
Ahora, según nuestros hábitos y cultura, para mi, es tiempo para el descanso si bien lo es más para algunos que para otros, sobre todo, no lo es, para aquellos que no han encontrado trabajo aún, o para quienes el sueldo no les llega a fin de mes, o -desgraciadamente- para aquellos otros seres que arriesgan su vida en el mar huyendo de la miseria, la barbarie, la muerte o la guerra, todos aquellos a quienes les negamos la posibilidad de ser como nosotros, aún y a pesar de que no estemos en la mejor de las situaciones personales, laborales o económicas.
Todo tiempo sirve para la reflexión, todo tiempo vale para meditar en todo aquello que no es justo, que no es socialmente admisible, que no es asumible moralmente y todo tiempo sirve para construir un estado de opinión que cuanto mayor sea permitirá que las instituciones, los poderes públicos y los gobiernos se decidan a hacer lo mejor para todos nosotros, a hacer todo lo que tengan que hacer para garantizar el bien común y para defender y promover la auténtica esencia de nuestra condición como seres humanos.
Siempre es un tiempo para todo aquello que queramos, hoy me toca tomarme un breve descanso, reunirme con la familia, meditar, reflexionar sobre los tiempos que se avecinan, sobre el futuro próximo y sobre el presente continuo, en definitiva para recargar el ánimo e ilusionarme con los tiempos venideros.
Hasta septiembre.
Foto portada y fotos: de Massimo VItali