Fotografía contemporánea por Francisco González Fernández.

Todo por el espectáculo

Lo hemos convertido todo en un puro espectáculo. Recuerdo cuando ser seguidor de un equipo deportivo no significaba mucho más allá de asistir a ver sus partidos y animar a los jugadores. Cuando tu equipo perdía, poco te importaba el equipo contrario. Si había ganado en buena lid le aplaudías cuando se retiraba y si ganaba tu equipo aplaudías igualmente y veías como los jugadores se daban las manos unos a otros. Incluso en algunas competiciones se invitaba al equipo contrario a tomar unas cervezas y comer algo. Hoy lo hemos convertido todo en un espectáculo.

No entiendo, para nada, la animadversión y el odio hacia el rival deportivo. No comprendo el hablar de país y nación cuando tu equipo gana, y mucho menos lo entiendo si el equipo al que ganas es de tu mismo país. No puedo entender el odio hacia unos colores que dices representan a un gobierno que está en contra tuya, cuando sabes que el presidente de ese gobierno que criticas es partidario de tu equipo.

No comparto los gestos de humillación cuando vences, ni la violencia cuando pierdes. No estoy de acuerdo con que los medios de comunicación hagan caja vendiendo, semanas antes de un evento, la alienación que promueve el rencor, la diferencia y la confrontación. No entiendo que personajes públicos famosos, ante las cámaras de televisión de sus programas, hagan mofa de los vencidos, porque creo que no es bueno y porque, en definitiva, provocas la revancha y la venganza.

No puedo entender que una patada violenta suponga un partido de sanción y una pillería reglamentaria signifique dos partidos de sanción y 250.000 € de multa. No comparto la idea de la existencia de santos varones por un lado y de malvados deshonestos por otro, porque el ser humano no está exento de la falibilidad y en su esencia habitan tanto ángeles como demonios. No comprendo que con la camiseta de todos seas un hermano y con la tuya seas un enemigo a destrozar.

El fútbol no deja de ser un juego convertido en deporte a causa de que le hemos puesto reglas, pero un juego al fin y a la postre, y hemos olvidado que los juegos se inventaron para entretener y divertir, para ocupar el tiempo libre en una tarea banal y alegre.

Pero lo hemos convertido todo en un espectáculo en donde la ética, la moral y el fair-play se han convertido en un negocio en el que congregar a una audiencia de millones de personas a las que vender una idea de sociedad, una idea de cultura, una idea de deporte que nunca compartiré, porque -en definitiva- no me gusta la sociedad-espectáculo, ni la cultura-espectáculo, ni el deporte-espectáculo.

Aspiro a construir y tener una sociedad, una cultura y un deporte erigidos sobre el respeto a los otros colores e ideas, sobre el respeto a los demás valores y tradiciones, sobre el respeto al contrario deportivo que no es mi enemigo sino mi rival de juego, un juego en el que ganar o perder no debe ser trascendente, sino simplemente la respuesta al azar y al esfuerzo de unos y otros.

Pero hoy lo hemos convertido todo en un espectáculo.

¿Quousque tandem, abutere patientia nostra?

Foto: Kotay-Hungary, de la Serie European Fields, Hans van der Meer.