Fotografía contemporánea por Francisco González Fernández.

Transparent City de Michael Wolf

A lo largo de la historia de la fotografía, el paisaje ha adquirido diferentes roles y formas de expresión que lo han hecho desplazarse desde el enaltecimiento de una naturaleza salvaje e inédita (Ansel Adams), hasta la descripción fría e inhóspita de las metrópolis (Gabriele Basilico). Hasta la mitad del siglo XX el paisaje urbano era meramente el contexto en el que se desarrollaba la fotografía humanista (Eugene Atget, Berenice Abbot, Lewis W. Hine) para adquirir en el último tercio de siglo una nueva dimensión traida de la mano de autores que vienen a promover nuevas reflexiones en torno a la cuestión social y su representación en el ámbito de las grandes ciudades (Lee Friedlander).

El escenario de la fotografía a fines del siglo XX nos remite a una fotografía de paisaje urbano fría y carente del factor humano, en donde los vestigios de la civilización o bien hacen patente la grandeur de la arquitectura (Andreas Gursky) o bien, el efecto de un hiperdesarrollo económico descontrolado (Bernd & Hilla Becher).

En este sigo XXI los ecos de la fotografía de paisaje urbano siguen resonando en torno a estas dos dimensiones planteadas y puestas de manifiesto a finales del siglo pasado y que no cesan de dilucidarse en torno a la arquitectura y lo humano. Un fiel exponente de la simbiosis de ambas líneas discursivas lo constituye el trabajo de Michael Wolf y que cobra inusitada expresión en su serie Transparent City (2008), obra que responde a un encargo del Museum of Contemporary Photography – Columbia College Chicago en colaboración con el US Equities Realty Artist-in-Residence Program y con el que se querían reflejar los profundos cambios urbanos que se estaban produciendo en la ciudad de Chicago afectando a su legado arquitectónico.

Esta obra de Wolf se carateriza por la yuxtaposición de la grandeza arquitectónica con los detalles simples y casi banales de la vida que se percibe en el interior de las ventanas de las grandes construcciones, en un ejercicio casi de voyeurismo que nos transporta, a modo de un Blade Runner, ante hipotéticas vidas y acontecimientos que suceden dentro de la gran colmena en la que se constituye la ciudad contemporánea.

Francisco González